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La Masacre de los cosacos en Lienz

(Desde Rusia, Vol. VI, No.84, septiembre del año 1949)

 

Al Representante del Ataman de los cosacos de Don en Norteamérica  y América del Sur, Teniente- General S. V. Denisov.

 

Su Excelencia,

En vista de acercarse el cuarto aniversario de la horrible tragedia de los cosacos, durante su extradición forzada a la Unión Soviética, yo creo que es el momento apropiado para conmemorar brevemente este terrible evento en la memoria de los cosacos.

Como ya es conocido, los Cuerpos cosacos del General Domanov, integrados por aproximadamente 28,000 personas, incluyendo a las mujeres, niños y ancianos, dejaron territorio italiano en principio del mayo del año 1945, cruzando por el paso de montaña la cordillera de los  Alpes, con destino a Austria y se acamparon en el valle del río Drau.

Los cosacos y una parte de las unidades administrativas se acamparon dentro de los límites urbanos del pueblo de Lienz. Los regimientos cosacos (todos desarmados) se alojaron en este lugar en tiendas de campaña, mientras que el personal no combatientes - los ancianos, las mujeres y los niños, encontraron cuartos para arrendamiento en el campamento Peggetz, aproximadamente dos millas a fuera de la ciudad.

La actitud de las autoridades británicas asía los cosacos realmente estaba más allá del reproche y incluso benévolo todo el tiempo hasta antes del día 26 de mayo, y no había indicio alguno de la catástrofe inminente. Sin embargo, en ese día en particular tuvieron lugar dos eventos. Este día un camión británico se detuvo delante del Banco de campaña de los cosacos, y los soldados británicos excusándose por las órdenes de sus superiores, exigieron las llaves de las cajas fuertes. Después de cerrarlas con llaves, las cargaron al camión y se marcharon apresuradamente con un destino desconocido. Las protestas del Director del Banco, y su explicación que las cajas fuertes contienen los ahorros personales de los cosacos, no lograron a tener efecto alguno. Según la declaración del Director del Banco, esas cajas fuertes contenían en ese momento aproximadamente 6 millones en Marcas alemanas, y un monto no determinado en Liras italianas -  todo este capital había sido dinero personal de los cosacos.

Este mismo día, un funcionario británico se presento en el hotel donde se habían alojado el General Shkuro y cuatro de sus oficiales- ayudantes, y pidió que ellos preparan todas sus pertenencias para dirigirse al otro lugar. A la pregunta, "Cual es ese “otro lugar”?", contestó, "Donde estará toda su gente…"

Mas tarde se supo que al General Shkuro y a sus ayudantes les habían trasladado al campo de concentración Spittal y los encerraron allí detrás del alambre de púas.

Cabe mencionar en esta nota que simultáneamente en el campamento principal cosaco había sido leída una orden británica según cual todos los cosacos recibirían aumento de las raciones alimenticias. En realidad, el motivo verdadero de este sorpresivo “aumento” de raciones británicas era de calmar cualquier posible sospecha que podría haber surgido entre los cosacos, y de esta forma le haría más fácil llevar a cabo sus verdaderas intenciones a la administración británica.

Pero la buena recepción de la noticia sobre el aumento de raciones duró un rato muy corto. Al día siguiente, en 27 de mayo, aproximadamente a las 10:00 A.M., el oficial británico exigió que todos los funcionarios y miembros de la comunidad cosaca le entregaran sus armas personales que, hasta ahora, les habían permitido portar. Escasamente alguien supuso el propósito real de este desarme. Había unos cuantos quienes se anticiparon y sintieron instintivamente, o más bien, subconscientemente, sobre algo misterioso y malo que esta sucediendo en realidad.

Se exigió que todos los altos funcionarios, oficiales militares y personal médico se reportarán a la 01:00 P.M del día 28 de mayo en la plaza principal del campamento, para ser trasladados en camiones según lo ordenado por el General británico.

El Comandante del Pueblo de Lienz, el Mayor británico Sr. Davis, declaró que no se debe llevar el equipaje, ya que se suponía que todos regresaban en tres o cuatro horas y así fue considerado por todos. La honestidad y veracidad de esta declaración se tomó por el hecho ya que tenía el valor de ser expresado derechamente y personalmente por dicho oficial británico en la cara de todos. Pero, realmente, en cuanto el convoy de los camiones llevó a más de 2,000 funcionarios y oficiales, encabezados por el General Krasnov, acto siguiente y ya en marcha – la columna de transportes fue rodeada por los tanques británicos y escoltada a su destino aun desconocido.

Escoltados de esta manera, todos llegaron al campo de concentración  Spittal, este mismo fue rodeado por varias empalizadas de alambre de púas y era patrullado y resguardado fuertemente por los británicos.

Veinticuatro horas después, todos estos prisioneros infortunados fueron transportados a la Zona soviética y fueron entregados a los rusos. Sólo cinco personas pudieron escapar por un milagro. Ante los hechos, los numerosos presos del campamento habían cometido suicidio, numerosos otros fueron fusilados por los guardias británicos mientras intentaban efectuar un escape; a muchos otros  se les habían ejecutado de la misma manera ya en la Zona soviética, y hasta el momento se desconoce exactamente ¿cuántos de mas de 2,000 oficiales lograron llegar con vida a la Unión Soviética – supuesto destino final de este “traslado”?

En la tarde del 29 de mayo, camiones británicos equipados con altoparlantes se dirigieron al campamento de Peggetz, donde los regimientos cosacos y sus familias estaban acampando, y anunciaron que todos teníamos que estar listos para ser repatriados voluntariamente (?) a la Unión Soviética. El oficial británico repitió este anuncio en 30 de mayo y en 31 de mayo.

La reacción unánime de los todos los cosacos había sido negarse y para dar énfasis a su protesta todos declararon una huelga de hambre e izaron los estandartes negros. Cuando los camiones del suministro británicos se estacionaron como de costumbre en ciertos puntos de distribución, no se presento nadie para recibir las raciones y, después de descargar la comida en la tierra, los británicos se largaron. Ningún cosaco tocó esa comida.

En la mañana del 1 de junio los cosacos del campamento de Peggetz habían decidido unirse en la oración a Dios, quizá por última vez. Para este propósito se levanto un altar de campaña en la plaza del campamento y una muchedumbre de miles de ancianos, mujeres y niños, se congregó a la misa para orar. Los jóvenes Cadetes, como para protegerlos, formaron un anillo exterior y se agarraron de las manos. Los estandartes negros estaban flameando sobre cada cuartel.

La imagen de la muchedumbre era profunda y imponente al mismo tiempo. Ningún nervio humano podría soportar viendo a esta multitud arrodillados, orando intensamente, y llorando amargamente.

Durante esta Liturgia los británicos rodearon el área del campamento por los tres lados con los tanques y soldados armados con ametralladoras. El cuarto lado permanecía libre: allí había el río Drau - profundo y veloz, que formaba una barrera natural. Junto con los tanques allí aparecieron los camiones; mas a la distancia se veía el ferrocarril con un largo tren compuesto por vagones de carga y de ganado,  en espera de sus víctimas - los cosacos.

Los británicos esperaron por un rato. Entonces, ya que la gente continuaron con sus oraciones, ellos dispararon una descarga de ametralladoras al aire y al mismo tiempo empezaron a agarrar a las personas civiles indefensas que se habían sentado en la tierra y abrazados entre si, negándose a abordar los camiones.

En este momento, allí es donde empezó un derramamiento de sangre bestial, brutal, y inhumano, una matanza de los seres humanos inocentes. Los británicos empezaron pegar con los palos y herir a la gente con bayonetas y causando un pánico indescriptible. Los gritos que penetraban el alma llenaron el aire. En este cataclismo inconcebible muchos fueron pisoteados hasta la muerte, principalmente los niños.

Quien quiera estando en esta situación sería capaz de oponerse en una defensa desesperada aunque tuviera siquiera una miga de fuerza.

Los británicos lograron a agarrar y empezaron a cargar a los camiones solamente a aquella gente que ya era inconsciente por recibir la brutal paliza, muchos de estas personas con sus extremidades fracturadas y costillas rotas, a quien tiraban como leña a bordo de sus camiones llenos de cuerpos.

Ya en los camiones, algunos cosacos recobraban conciencia y intentaban saltar a fuera. Estos han sido golpeados nuevamente hasta que ellos se desmayaran y los tiraban de nuevo a los camiones. Los cadetes se opusieron y se resistieron ferozmente a la violencia desatada. Ellos no solamente se defendieron, además hicieron todo lo humanamente posible en esta situación para ayudar a las mujeres, a los niños, y a los ancianos para evitar “la repatriación”, el encarcelamiento y su eventual ejecución en la URSS.

Numerosos cosacos y sus esposas cometieron el suicidio en ese día y prefiriendo la muerte a la deportación a un país bárbaro que había sido alguna vez Rusia, nuestra Patria.

Semiconscientes, empapados en sangre y mal heridos - es así cómo ellos llenaron el tren de la muerte.

Por algunas razones desconocidas, la "Autoridad Honorable" británica había decidido dar una tregua, y el próximo transporte “voluntario, a la casa" con las víctimas respectivas fue fijado para el 3 de junio. Esta tregua ahorró las vidas de muchos cosacos y sus esposas.

Durante la noche del 1 de junio al 2 de junio allí empezó el segundo acto de la tragedia de los cosacos: la población local empezó a saquear las posesiones de los cosacos. Como cuervos negros que olfatean el olor a la sangre fresca, los austriacos ahora se llevaron la propiedad de los cosacos en las carretas.

Durante estos mismos días, y con procedimientos iguales, los 15 Cuerpos cosacos consistentes en total de 18,000 personas fueron entregados por los británicos a los soviéticos cerca del pueblo de Judenburg. De esta multitud allí solamente lograron escapar con vida, sanos y salvos 10 oficiales y entre 50 y 60 cosacos que rompieron el cordón de los guardias usando granadas de mano, y se ocultaron en los bosques cercanos.

De esta forma, el 29 de mayo, el 1 de junio y el 3 de junio de año 1945, unos 45,000 rusos y cosacos fueron entregados para sufrir una venganza violenta, como recompensa por su cooperación con estos gobiernos y poderes extranjeros, por la integridad y los intereses de los cuales la Nación rusa había vertido su sangre y había ganado victorias en Primera Guerra Mundial.

En la actualidad el campamento de Peggetz es abandonado y ha desaparecido. Solamente en las colinas, aun ahora se puede encontrar algunas tumbas olvidadas de las víctimas, con unas pequeñas cruces deterioradas con el tiempo, como un recuerdo de la tragedia cosaca.

Un historiador futuro pasará un veredicto imparcial a esta tragedia amarga, un veredicto a estos representantes del " Orgulloso Albion " quiénes han deshonrado a aquel “gobernante de los mares” del pasado, y quiénes no son dignos de llamarse los defensores sinceros del mundo civilizado.

Pérdidas de personas tan grandes como las sufridas por estas dos unidades - del General Domanov en Peggetz y de los 15 Cuerpos cosacos en Judenburg, en el curso de un par de días, en condiciones de una guerra terminada, no tiene ningún precedente en la historia del ejército ruso.

En estas unidades había representantes de los cosacos de Don, quienes formaban su armazón principal junto con sus familias. Sin olvidar también a los cosacos y sus esposas de otros ejércitos y regiones cosacos.

Como integrantes de los 15 Cuerpos cosacos también había varios compatriotas que no eran cosacos.

Entre los ejecutados estaban los combatientes heroicos y los líderes del Ejército Blanco del desaparecido Imperio Ruso, destacados por su valentía durante la Primera Guerra Mundial.

Los cosacos que lucharon en la Guerra Civil: Ataman General P.N. Krasnov, los Generales Shkuro y Príncipe Sultán Girei-Klytch, y otros.

Estoy convencido que en calidad del Ataman suplente de los cosacos de Don, es mi deber directo recordar y honrar a los cosacos que sufrieron esta catástrofe monstruosa, entre estos a una de sus víctimas - el distinguido Ataman cosaco de Don y líder del Ejercito Blanco, General de Caballería Peter Nikolaevich Krasnov.

Expresamente solicito que den amplia publicidad y sentido correspondiente a este evento para conmemorar en estos días el aniversario trágico dondequiera que de una manera solemne hay áreas en las que los cosacos se han establecido más densamente.

Creo que todos los cosacos, también aquellos de los nuestros compatriotas quién no lo son, ofrecerá sus oraciones sinceras conmemorando a los soldados rusos caídos y el trágico destino de sus familias.

Estoy firmemente convencido que los cosacos, unidos en pesar común por estos días de luto, se olvidarán de sus discordias personales, y que ellos se unirán en sus esfuerzos para servir a nuestra estimada Patria, como los hijos fieles de ella quien somos, los cosacos.

 

El original firmado por:

El Ataman Suplente de los cosacos de Don, Comandante del Estado Mayor General - Mayor POLIAKOV.

 

Lienz, Austria el 12 de mayo de 1949

 

 

Ruslan Gavrilov (spm111@yandex.ru)

 

spm111@yandex.ru

 

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